Subiendo por la avenida Americo Vespucci, que corre paralela al Arno, encontramos el Puente Vecchio, un conjunto de casas, comercios y restaurantes. En la otra orilla de Florencia, el palacio Pitti alberga varios museos de arte renacentista y los jardines Boboli.
No hay que perderse sin embargo la parte de la Toscana más secreta de los espacios naturales y las aldeas, por lo que es conveniente alquilar un coche o coger bus y tren que comunican las localidades de la zona. Es recomendable a su vez adentrarse por las carreteras secundarias para conocer el valle de Chianti, que da nombre al vino más característico de la Toscana. Este valle está lleno de viñedos, olivares y bodegas, la mayoría abiertas al público y con restaurante. El itinerario ideal empieza en el pueblo de Castellina in Chianti, sigue por Radda in Chianti y Badia a Coltibuono, y termina en el castillo de Brolio.
También hay rutas abiertas para hacer senderismo, la más popular es la Via Francigena o Franciscana, que atraviesa la Toscana de norte a sur como parte de una peregrinación que recorre siete regiones de Italia desde los Alpes hasta Roma. Otra opción de recorrido es un conjunto de balnearios que aprovechan las aguas termales que circulan por el subsuelo toscano. Cabe pararse a admirar las espectaculares termas romanas de Bagno Vignoni y las cascadas de agua sulfurosa del Monilo de Saturnia, de libre acceso.
A 37 kilómetros de Castellina in Chianti por una carretera bordeada de cipreses, campos de cultivo, caseríos de labranza, retamas y adelfas, se encuentra San Gimignano, que conserva las 14 de las 71 torres que llegó a tener. San Gimignano es considerado como el pueblo con más personalidad de la Toscana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario