A pocos kilómetros se halla la playa de Monsul, con un campo de dunas móviles de más de 5º metros de altura. Allí habitan pequeñas aves-alacavarán, cogujada- junto con garzas y flamencos. Siguiendo la ruta desde San José se recorren 21 kilómetros que denotan el exotismo de los desiertos.
Al llegar a la aldea de los Escullos nos encontramos con el castillo de San Felipe (siglo XVIII). También es famosa la Isleta de Montoro, un puerto natural. En este punto, la carretera toma dirección hasta el mirador de la Amatista, que ofrece vistas de la costa. Después se puede bajar a Rodalquilar, unas minas de oro que se seguían explotando hasta hace medio siglo. Allí también podemos encontrar la Casa de los Volcanes, un museo histórico que cuenta la geología de la reserva.
Desde Rodalquilar, una rambla de tierra árida desciende hasta El Playazo entre palmeras. La carretera va paralela a la costa hasta Las Negras, una playa de piedra oscura, y sigue a la aldea de Fernán Pérez, donde se conservan pozos, norias y aljibes en típicos cortijos.
En el extremo norte del parque destaca el pueblo de Agua Amarga, emplazado en una rampa que baja a la playa entre farallones. A su alrededor se pueden seguir senderos señalizados que llevan a la Cala de San Pedro. Allí se puede pasear por una ensenada de agua de color turquesa, con un manantial que riega la vegetación de los alrededores.
En definitiva, el Parque Natural es un lugar digno de visita debido a sus paisajes virginales gracias al asilamiento y respeto de la zona. MSS
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