Con una superficie de casi 50.000 kilómetros, la reserva el Parque Nacional de Namib-Naukluft abarca dos sectores muy distintos entre sí. Por un lado, están los montes Nauklufut, una meseta horadada por numerosos cañones; por el otro, el Namib, el desierto más antiguo del planeta, donde el viento desplaza sin cesar un mar de dunas rojizas, de las cuales algunas alcanzan los 300 metros de altura.
La visita al Namib suele restringirse a Sossusvlei, lugar donde se concentran las dunas más altas. Su única puerta de entrada es Sesriem, un minúsculo núcleo que agrupa la oficina central del parque, un campamento, un lodge y una gasolinera. A partir de ahí, un trayecto de 65 kilómetros junto al cauce del río Tsauchab, abre paso a los grandes montes de arena.
Si bien la principal atracción de este parque son las grandes dunas, también el agua ha engendrado maravillas en este lugar. En contadas ocasiones, el río Tsauchab recupera su torrente fluvial (la mayoría del tiempo permanece seco), inundando los valles encajonados en las dunas, dando lugar a un efímero espectáculo. El agua, que es absorbida rápidamente por la arena, deja paso a una planicie arcillosa cuarteada o vlei, dando lugar a las formaciones más espectaculares del parque. De ahí el nombre de Sossusvlei, una resquebrajada cuenca rodeada de dunas, y Deadvlei, un circo natural formado por arena donde hace siglos crecían acacias, convertidas en la actualidad en esqueletos vegetales. Este paraje, además, está habitado por numerosas especies animales como avestruces, gacelas, springbok y oryx. MSS
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