Punto de encuentro entre Asia y Europa, la antigua capital bizantina y ontomana sigue siendo una ciudad de referencia para entender las culturas del Mediterráneo. El esplendor de palacios y mezquitas, el colorido de los bazares y el Cuerno de Oro son las joyas de esta ciudad.
El recorrido por las calles de Estambul comienza en la plaza de Sultanahmet, núcleo de la antigua Constantinopla. La vista de Santa Sofía desde los jardines de Sultanahmet sigue siendo espectacular. La basílica bizantina de Santa Sofía, que ha sido restaurada recientemente, alberga numerosos mosaicos en sus techos y paredes. Ésta sirvió de modelo para construir la Mezquita Azul, ornamentada en su interior con azulejos de Iznik.
Al otro lado de la calle se encuentra la Cisterna de la Basílica, construida sobre las ruinas de una iglesia del siglo VI. Esta cisterna formaba parte del complejo sistema de depósitos y acueductos que suministraban agua a la ciudad.
En la plaza que rodea a la Mezquita Azul se encuentran los restos del Hipódromo, un lugar de gran importancia en la vida social del Imperio Bizantino. Otro de los símbolos de la ciudad es el palacio de Topkapi, que se halla en las esquinas de la plaza de Sultanahmet. MSS
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